Los juzgados de familia en su generalidad están copados por varones. En razón de la equidad esos cargos deberían estar ocupados por mujeres, porque en varios casos los jueces desconocen la realidad de la vida desde el punto de vista femenino, esto en el mejor de los casos, porque generalmente están a favor de los esposos y padres irresponsables que no cumplen con sus obligaciones elementales como cumplir las asignaciones familiares, realizan toda la chicana para disminuir la sanción. Lo último fue que el juez hizo lo inimaginable por disminuir la aplicación de justicia a un padre que no cumplió su compromiso por varios años, a lo que añadimos la bronca del Juez a la abogada que representa al impetrante y los tienen de un lado a otro, con “conciliaciones” que no le vienen al caso solo por perjudicar al menor impetrante.
Por otra parte la preocupación maternal da a la jueza mayor capacidad para emitir el fallo, un Juez que “ni comprar leche sabe” no podrá comprender por donde anda la demanda y realizará todo lo posible para favorecer al varón. La diosa Temis no es tan ciega como afirman. Son los administradores de justicia con prejuicios humorales están horadando la credibilidad en la Justicia, con cabalidad, probidad y conforme a la Ley.
Casos como los analizados llevan a la población al deseo de tener una justicia comunitaria, porque la ordinaria se manchó con la presencia de malos jueces que fallan llevados por la emoción y no de acuerdo a lo que dicta la ley. Por esta y otras razones es importante que en la selección de jueces sean mucho más estrictos y no obedecer la presión política o las influencias para su nombramiento, debe existir un control periódico en el ejercicio del cargo, al menor indicio de actuar contra la ley sea destituido dicho juez. No solo controlarles los horarios de salida o entrada sino su conducta como Juez de familia. XXX
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