sábado, 25 de abril de 2009

FORMAR JUVENTUDES

Las campañas políticas en nuestro medio muestran la carencia de líderes y sobre todo de estrategias. Las ambiciones personales opacan cualquier posible liderazgo, haciendo que las buenas intenciones se diluyan con las ambiciones de poder, comenzando a manipular para lograr que el engaño y la mentira sean los legítimos ganadores en los referendos o elecciones. Es un problema integral de la educación de la niñez y juventud, es un problema de los valores que practica la sociedad.
Tal es la carencia de líderes que algunos partidos políticos, al no contar con cuadros adecuados, recurren a sugerir la candidatura del Cardenal Boliviano a la Presidencia, aunque de manera inconsulta, pero ya es un indicador de la falencia señalada.
Hay una tremenda necesidad de repensar el tipo de país que deseamos construir para adecuar la formación hacia esas metas. La mayoría de los colegios denominados “cristianos” se dejan llevar por el consumismo y los uniformes, se olvidaron de formar al ser humano de manera integral con valores y habilidad para conducir a su sociedad o por lo menos al medio en el que se desarrollan hacia el bien común. Una Constitución no es el cambio si los humanos seguimos con la prebenda, el fraude, el consumismo, el materialismo u otros atavismos “ancestrales” en un mundo que exige una auténtica conducción en el desarrollo y el bienestar. Pareciera que deseamos mantener una sociedad asistencialista, donde estamos orientando a depender del gobierno.
Comenzarán las labores escolares, las reformas o “revoluciones” que se pretendan hacer dentro el sistema educativo deben estar orientadas a brindar instrumentos adecuados para responder con habilidad a un mundo cambiante, ajeno a las mediocridades a las que el sistema nos acostumbró, recuperando los valores universales y el imperio de la ética. Tenemos que pasar de las palabras a los hechos, dejándonos de majaderías a las que estamos mal acostumbrados, como obligar o pagar para asistir a las concentraciones políticas. Debemos ser más propositivos y eso se aprende desde temprana edad.
Cuando hablamos de cambios, éstos deben ser positivos y adecuados a una realidad concreta sin pretender reinventar la pólvora. XXX

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